Así de repente (bueno la verdad es que mandé un sutil guasap como que había salido este libro a mi grupo familiar también llamado de "regaladores de libros") como digo "de repente" ha aparecido sobre mi mesilla la nueva y sensacional recopilación de artículos de mi idolatrado Montero Glez seleccionada, editada e indexada con maestría por Papelillo Editorial, recopilación que tiene el sugerente título (tocapelotas) de "No soy Enrique Vila-Matas" incidiendo una vez más en el desacato que le presta (mos) tanto don Roberto "el bueno" como un servidor a la petulante prelatura personal de Vila-Matas coincidente en muchas ocasiones con el terrible bolañismo de Roberto "el malo" referente del intensismo impostado y babeliano en grado supremo. (De la reciente lista de los mejores cincuenta de los últimos cincuenta de El pais ya hablaremos).
Es un libro falsamente pequeño, (no voy a hablar en centímetros, por si la aclaración cuantitativa de lo pequeño pueda resultar ofensiva para algún sensible masculino) pero la cosa es que pequeño es. Y digo que es falsamente pequeño porque sin embargo es grandísimo y además expansivo, me explico: son cincuenta y cuatro artículos como si la dosis prescrita fuera uno por semana y no zamparselo de una sentada como estoy haciendo yo, pero el libro crece a través de sus citas y notas.
Es una recopilación de artículos culturetas de Montero Glez. Músicas, películas referentes ochenteros, hagiografias de los santos a los que Montero presta adoración y una acumulación de referentes a la cara b de la movida madrileña que ya nos anticipó en La imagen secreta. Lo flamenco, versión ketamera, Pata negra, Raimundo amador y cosas así; todo ello aderezado con los orígenes del rock y el jazz extranjero. También imágenes con constantes referencias a Garcia-Alix como proveedor de rostros y recuerdos de una época y el cine quincarra no solo del sepia añejo sino del neo quinqui actual con joyas como Criando ratas de Carlos Salado que me he visto sin respirar.
Pero lo más importante, es que esta recopilación da una imagen de unidad que pocas veces logran los patchwords de artículos de cualquier autor. A pesar de jugar con una cierta nostalgia, es una fotografía general, poco idílica eso sí, de la época en donde muchos de los que practicaron el funambulismo como diversión descubrieron al caer que no había red. No soy Enrique Vila-matas es un libro de historia a través de las historias de distintos personajes setenteros y ochenteros pero sobre todo es un libro muy bien escrito. Con la narración abierta en canal que solo algunos pueden convertir en estética como Montero (o el poeta tristemente recordado por mi, Pedro Andreu). Una recarga constante de adjetivos e imágenes que engalanan paradojicamente la pobreza que describe.
Hay que reconocer el trabajo de edición de Papelillo editorial. La selección que intuyo mano a mano con el escritor, pero también la indexación por nombres y referentes, el formato cómodo y manejable, la tipografía limpia que confiere el placer al leer. Igual yo hubiera añadido fotos o caratulas, pero imagino que el mercadillo de los derechos impide demasiado alarde, qué le vamos a hacer.
Leedlo, leedlo con un cuaderno aparte para tomar notas, con el spoty enchufado para oir discos desconocidos; con el flixole (a pesar de la súbita subida no os guardo rencor) y el yutuf en modo búsqueda y con la cabeza libre de prejuicios. Montero tiene su orientación política, lo sabemos y no la oculta, pero eso no convierte a sus artículos en panfletos, serian como mucho alegatos libertarios contra toda verdad precocinada y la movida promovida como producto de marketing y en eso, también los que nos ubicamos a la derecha de Glez, estamos de acuerdo con él.
Leed este entretenimiento como leísteis El almanaque incendiario o La imagen secreta para disfrutar de la lectura y aprender de la historia (revisada y revisionista) que es la mejor manera de no volver a joderla.
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